El Recetario by Begoña Rodrigo
Cuando era pequeña, había pocos días que me gustasen más que el día de nochebuena. Me fascinaba cómo mi abuela era capaz de montar esa mesa infinita, colorista y con todo aquello que no comíamos durante el resto del año.
Pero el momento culmen llegaba cuando estábamos a punto del colapso de tanto comer y aparecía ella con su famosa paletilla de cordero, jugosa, brillante y tan apetecible que no podíamos evitar pegarle un bocado.
Yo siempre pensaba.... ¿Cómo esta mujer que cocina tan rematadamente mal durante todo el año, puede hacer esa tremenda paletilla de cordero cada Navidad? Años después descubrí que se la encargaba al horno que había enfrente, un abrazo fuerte desde aquí al panadero por tantas nochebuenas de felicidad .
Lo curioso de esto que os cuento, es que , tenía que pasar un año entero para volver a comer cordero.
Ya hace bastante que dejé de ser niña y la sensación de que este tipo de liturgias siguen sucediendo, me preocupa.
A ver, me preocupa que se asocien ciertos alimentos sólo a momentos de celebración , exclusivos de ellas, porque esto les condenan a una escasa viabilidad.
A veces se nos olvida que por ejemplo el consumo de cordero lleva implícito beneficios sociales, desde la sostenibilidad del pastoreo y su entorno hasta ese beneficio implacable que es EL DISFRUTE.
Las costumbres , están bien hasta cierto punto, siempre y cuando no queden ancladas en una zona de confort que nos impida avanzar, es por ello que esto que se hace “porque siempre se hizo así” debemos cambiarlo.
Cocinar es el lenguaje más universal que existe que no entiende de fechas ni de calendarios , no vayamos a ponerlas nosotros. Es posible que en las páginas de El Recetario encontréis la solución para romper ese cliché y adentraros en recetas que cambien vuestra forma de pensar y cocinar cordero, que os saquen de vuestra zona de confort.
Os invito a que dejéis volar la imaginación, que os permitáis desayunar un sandwich de embutido de cordero o cenar cualquier martes unas croquetas de su cuello , hay vida más allá de la paletilla de Navidad, creedme.
La vida en continua evolución es maravillosa
Salud
Bego Rodrigo